Los libertarios dominaron la "batalla digital" de la campaña bonaerense, a un costo muy alto
En medio de tensiones políticas, crisis de gestión por los audios y la violencia en las calles de la provincia, el oficialismo nacional ocupó el centro de la discusión provincial.

En el análisis del comportamiento de los principales espacios políticos que libraron la batalla electoral de la provincia de Buenos Aires para las elecciones del 7 de septiembre, los libertarios marcaron la diferencia.
El gráfico que analiza pisos y techos de interés digital ayuda a dimensionar este dominio.

Alianza La Libertad Avanza
- Su techo rozó el 50%, y su piso no bajó del 44%.
- Esto refleja un bloque sólido de atención digital, sin grandes caídas. La centralidad de Milei en la conversación le dio una estabilidad que ninguna otra fuerza alcanzó.
Fuerza Patria
- Con un techo cercano al 50% pero con un piso en torno al 25%, exhibió la mayor volatilidad entre las principales fuerzas.
- Este comportamiento muestra que hubo momentos en que logró disputar la centralidad con LLA, pero no pudo sostenerla. Su caída hacia la última semana explica por qué llega debilitada al tramo final.
Somos Buenos Aires
- Sus valores se movieron entre el 2% y el 10%.
- La dispersión refleja un espacio con picos de visibilidad puntuales, pero sin capacidad de instalarse de manera sostenida en la conversación digital.
Nuevos Aires, Potencia, FIT y Libertad Avanza
- Todos se ubican en franjas muy bajas, con pisos casi nulos y techos modestos (entre 2% y 7%).
- El dato central es que ninguno logró romper el techo del 10%, confirmando que en el terreno digital no tuvieron incidencia real en la campaña.
En síntesis, la elección bonaerense en el mundo digital se definió en un campo de alta asimetría digital:
- LLA con solidez y tendencia ascendente.
- F. Patria con alta volatilidad y una performance descendente en la recta final.
- El resto de las fuerzas atrapadas en pisos muy bajos, sin capacidad de desafiar la polarización.

En cuanto al sentimiento de la conversación de los bonaerenses por las principales alianzas electorales que disputaron la campaña para la elección del 7 de septiembre, el espacio Libertad Avanza (desprendimiento provincial de los libertarios) fue el único que logró promedios de sentimientos positivos, aunque (como analizamos) con un volumen de interés digital escaso.
El resto de las fuerzas promediaron valores de sentimiento negativo, con Nuevos Aires entre los de menor rechazo.
En el otro extremo, Alianza Libertad Avanza, Somos Buenos Aires y Fuerza Patria (en ese orden) encabezaron los peores promedios de sentimiento de conversación pública durante la última semana de campaña.

Una campaña bonaerense absorbida por la lógica nacional y sin propuestas en el radar digital
La conversación pública de los bonaerenses en redes sociales durante la campaña electoral de 2025 dejó al descubierto un doble fenómeno preocupante.
Por un lado, la figura del presidente Javier Milei se ubicó en el centro del debate, confirmando la nacionalización de un proceso que debería estar centrado en la agenda provincial.
Por otro, el interés ciudadano en la Web se concentró de manera abrumadora en aspectos operativos, como verificar si figuraban en el padrón o dónde votar, mientras que las propuestas de los candidatos apenas despertaron atención.
Milei como eje de la conversación
Los datos de la conversación digital muestran con nitidez que el nombre de Javier Milei dominó el intercambio en redes sociales de los bonaerenses.
En la nube de palabras sobresalen conceptos como gobierno, candidatos, votar y campaña, pero los dirigentes locales aparecen relegados a un segundo plano, con una visibilidad escasa.
Este fenómeno no puede atribuirse a un único actor.
Tanto oficialismo como oposición contribuyeron a nacionalizar la disputa desde el momento en que el gobernador Axel Kicillof decidió desdoblar las elecciones, una jugada que cosechó críticas severas de Cristina Kirchner.
El resultado fue una campaña en la que Milei, con su carácter polarizante, se llevó toda la atención.
La consecuencia fue clara: los temas propios de la provincia, como seguridad, educación, economía regional o gestión local, quedaron fuera del foco.
La elección se vivió más como un plebiscito sobre la administración nacional que como una contienda provincial.

La política reducida a un trámite
El análisis de búsquedas en Google refuerza la idea de una campaña despojada de contenido propositivo.
El 85,7% de las consultas de los bonaerenses se vinculó al padrón electoral, con el único fin de verificar datos básicos para el acto de votar.
Muy atrás quedaron las búsquedas relacionadas con “elecciones Corrientes” (11,8%), mientras que las consultas sobre candidatos y programas políticos apenas alcanzaron un exiguo 2,5%.
La conclusión es inquietante: la ciudadanía no se interesó por conocer plataformas ni promesas de gobierno. Se limitó a resolver lo indispensable para cumplir con la obligación cívica.
La política, en este contexto, se redujo a un trámite administrativo.

Un divorcio entre sociedad y oferta política
La nacionalización de la campaña y el desinterés por las propuestas locales evidencian un divorcio cada vez más profundo.
Mientras la política discutía nombres y candidaturas, la ciudadanía solo buscaba llegar a la urna.
Ninguno de los grandes debates provinciales —salud, seguridad, desarrollo productivo— logró instalarse en la conversación pública.
Los bonaerenses atravesaron la campaña como testigos de una contienda ideológica de alcance nacional.
La provincia quedó subsumida en la dinámica de la “batalla cultural” y la “batalla ideológica” entre libertarios y kirchneristas.
El resultado fue una discusión marcada por sesgos, más inclinada a alimentar la grieta que a resolver problemas cotidianos.
El desafío de reconstruir la agenda bonaerense
La democracia requiere mucho más que ciudadanos atentos a cumplir con su deber de votar.
Necesita electores informados y comprometidos con los debates que definen su vida diaria.
Cuando la conversación pública se llena de nombres nacionales y se vacía de propuestas locales, la representación política pierde densidad y legitimidad.
El desafío que deja esta campaña bonaerense es mayúsculo: recuperar la capacidad de discutir lo propio, sin quedar atrapados en la lógica nacional.
Con 17 millones de habitantes, la provincia necesita debates ricos y específicos que no se diluyan en el mar de la polarización ideológica.
Si la política se resigna a ser apenas un trámite, los bonaerenses seguirán votando sin saber qué modelo de provincia se pone en juego.
La deuda pendiente es clara: devolver centralidad a la agenda bonaerense en futuras elecciones y garantizar que el debate político no se limite a un enfrentamiento nacional trasladado al territorio provincial.