Elecciones en las redes: Crece el cansancio político y domina la negatividad
La discusión digital muestra signos de agotamiento, al ritmo de la polarización entre libertarios y peronistas, sin margen para las demás alianzas electorales.

Durante la última semana, el interés digital por las elecciones legislativas del 26 de octubre se sostuvo en niveles altos, aunque marcado por un clima emocional crítico y saturado.
Según el monitoreo de redes sociales argentinas realizado por Monitor Digital, el 81% de las menciones vinculadas al proceso electoral tuvo tono negativo, evidenciando un escenario de polarización, escepticismo y fatiga colectiva frente a la política.
Un clima general de desconfianza
La nube de términos generales de la conversación de los argentinos en redes sociales sobre las próximas elecciones del 26 de octubre revela una charla dominada por las palabras “Milei”, “Gobierno”, “Argentina” y “Octubre”, donde el eje de sentido se concentra en la figura presidencial antes que en la competencia legislativa.
Los escándalos recientes del oficialismo ampliaron la brecha de negatividad, que alcanzó picos de rechazo similares a los registrados en los momentos de mayor conflictividad del año.
La ausencia de términos temáticos como “economía” o “seguridad” muestra que el debate digital se vacía de contenido programático y se vuelve reactivo, centrado en emociones antes que en ideas.

Fuerza Patria: entre el desgaste y la identificación con el poder
La conversación sobre Fuerza Patria registró 85% de negatividad durante la última semana, el índice más alto del espectro.
El peronismo digital aparece fusionado con la palabra “Gobierno”, sin distinguir entre gestión y campaña.
La narrativa libertaria se infiltra en su propio espacio discursivo: términos como “Milei” y “Libertad Avanza” aparecen dentro de la nube de conversación sobre el peron-kirchnerismo, signo de que el espacio opositor pierde capacidad de agenda y autonomía semántica.
La negatividad no sólo traduce críticas económicas contra el espacio liderado por Cristina Kirchner y detentado por Axel Kicillof: también expresa desgaste simbólico y fatiga institucional dentro del electorado más tradicional.

La Libertad Avanza: visibilidad extrema, reputación en crisis
El espacio libertario mostró un 85% de negatividad, igual que Fuerza Patria, pero con una naturaleza distinta: la crítica surge por sobreexposición.
“Milei” sigue siendo el eje absoluto de la conversación; la sigla LLA se sostiene como marca política central.
Las menciones al oficialismo en redes combinan referencias a “retrocede”, “boletas”, “Congreso” y “campaña”, lo que configura un clima de evaluación y reproche en clave electoral.
El escándalo Espert-Machado mantiene todavía su impacto en la conversación, con un alcance más corrosivo que favorable.
De este modo, la visibilidad libertaria se traduce en críticas y expresiones de frustración, más allá de las adhesiones.

Provincias Unidas: discurso moderado y tono territorial
Con 73% de negatividad, el frente Provincias Unidas se ubica como el espacio con menor carga emocional negativa del sistema digital.
El eje de la conversación gira alrededor de “gobernador”, “elección”, “trabajo” y “provincias”, lo que sugiere un relato más institucional y federal, centrado en la gestión y no en la confrontación ideológica.
Los nombres de Pullaro, Llaryora, Stolbizer y Lousteau configuran una constelación de moderación, asociada a una alternativa de centro.
Aunque menos viral, el espacio logra escapar al ruido polarizador y se consolida como la narrativa de estabilidad en un contexto de saturación política.

El mapa discursivo argentino muestra un sistema emocionalmente extenuado.
Los principales polos —libertario y peronista— comparten niveles similares de negatividad, mientras que las fuerzas intermedias capitalizan la búsqueda de reposo y moderación.
Este fenómeno revela una suerte de erosión de la credibilidad discursiva de los espacios políticos dominantes, sustituida por un entramado de emociones digitales que operan como lenguaje político en sí mismas.
El acto de hablar de política en redes se vuelve, más que un intercambio de ideas, una performance de rechazo o ironía hacia el sistema.
La negatividad en redes, en alza hacia todas las alianzas políticas
Durante la semana del 12 al 18 de octubre, el monitoreo digital de Monitor Digital registró una profundización del clima de malestar político en redes sociales argentinas.
Ninguna de las principales alianzas que compiten en las elecciones legislativas del 26 de octubre logra revertir el tono negativo dominante.
De esta manera, el país transita una campaña sin entusiasmo, marcada por la desconfianza y el desencanto.
Un electorado digital sin adhesiones
El sentimiento neto del apoyo digital a las alianzas muestra un cuadro homogéneo de desaprobación:
- Fuerza Patria: –71
- La Libertad Avanza: –71
- Provincias Unidas: –55
- Frente de Izquierda: –33
El dato sobresaliente es que los dos polos del sistema político —oficialismo y libertarios— concentran los niveles más altos de rechazo, con igual valor negativo.
El debate digital ya no gira en torno a propuestas o liderazgos, sino a la evaluación emocional del desgaste.

Una negatividad estable y estructural
El seguimiento longitudinal desde agosto confirma que el sentimiento de los argentinos en redes sociales hacia la política se mantiene en valores negativos persistentes.
- Ni Fuerza Patria ni La Libertad Avanza logran salir del rango de “muy malo”.
- Provincias Unidas exhibe oscilaciones moderadas: repunta cuando logra centrar el discurso en gestión y federalismo, pero vuelve a caer ante el ruido polarizador.
- El Frente de Izquierda mejora su percepción, impulsado por temas sociales (ajuste, educación, conflictos laborales), aunque sigue con baja incidencia total en la conversación.

El ecosistema digital argentino ingresa a la recta final de la campaña con un clima de desafección estructural.
La conversación política en redes se volvió un espacio de catarsis colectiva, donde predominan el enojo, la ironía y el escepticismo, más con rechazos que con adhesiones.
Los espacios que logren convertir ese descontento en narrativa de renovación o alivio podrían captar el voto flotante que hoy se expresa sólo en forma de crítica.
Una campaña cuya lógica no es de conquista emocional positiva, sino de gestión del malestar.