El escándalo Espert pega en el corazón de la reputación libertaria
Si bien el impacto es menor en Javier Milei y en la Casa Rosada, la identidad libertaria paga caro las consecuencias de los vínculos narco del excandidato a diputado.

El escándalo en torno a José Luis Espert se convirtió en el detonante de una crisis sistémica para el espacio libertario en el mundo digital y, por extensión, para el núcleo oficialista que encabeza Javier Milei.
Según el monitoreo de los últimos 30 días, el caso tuvo un impacto directo en la conversación política de redes sociales y medios online, alterando tanto la reputación del presidente como la identidad discursiva de La Libertad Avanza.
Un escándalo con efecto dominó
La conversación sobre Espert registró un 90% de sentimiento negativo durante las últimas semanas, con menciones dominadas por las palabras “Fred Machado”, “narco”, “lavado”, “dólares” y “vínculo”.
La magnitud del repudio en redes lo posiciona como uno de los episodios más dañinos para un dirigente no presidencial en lo que va del año.
El 4 de octubre marcó el punto de inflexión: las menciones superaron las 130.000 en un solo día, generando un salto exponencial en la exposición negativa de todo el espacio libertario.

Santilli y Reichardt: herederos del ruido
Los reemplazantes de Espert, Diego Santilli y Karen Reichardt, no lograron cortar la cadena de daño reputacional.
Ambos aparecen en las redes anclados al escándalo original, sin identidad propia y con niveles de negatividad que oscilan entre 88% y 94%.
La conversación sobre Santilli combina su nombre con “corrupción”, “boleta”, “offshore” y “narco”, mientras que en el caso de Reichardt predomina la idea de “renuncia”, “fiscalía” y “encabezamiento” de lista, en un tono de desconfianza y burla.
La negatividad no se dispersa: se redistribuye.
La atención digital que antes recaía sobre Espert se traslada a sus sucesores, manteniendo vivo el malestar.

Erosión del sello libertario
Las tres figuras libertarias analizadas —Espert, Santilli y Reichardt— comparten un mismo núcleo semántico en la conversación de redes sociales: “lista”, “candidato”, “La Libertad Avanza”, “Milei”.
Esa coincidencia confirma un efecto de contaminación narrativa que no distingue entre personas, sino que daña el sello político libertario por igual.
El relato de la “pureza moral” y la “lucha contra la casta” se derrumba ante el peso del caso Espert, que expone a la fuerza oficialista a la acusación de doble moral.
Los hashtags #EspertNarco, #MileiEstafador y #LLACorrupta sintetizan ese clima de "desilusión digital".

Espert fue, la crisis libertaria continúa
Los tres dirigentes analizados en la conversación pública aparecen con valores extremos de sentimiento negativo en redes sociales:
- José Luis Espert: 90% de negatividad.
- Diego Santilli: 88%.
- Karen Reichardt: 94%, el peor registro del trío.
Estas cifras son inusualmente altas para conversaciones políticas no presidenciales y marcan un entorno digital hostil, dominado por la desconfianza y la ironía.
El caso Espert como núcleo tóxico
Aunque Espert ya fue desplazado de la lista, su figura sigue funcionando como fuente del rechazo global.
La audiencia digital asocia su nombre con palabras como “narco”, “lavado”, “Machado”, lo que transforma el caso en un símbolo de hipocresía política dentro de un espacio que se define por la “lucha contra la casta”.
El 10% de menciones positivas detectado en torno a Espert no se vincula con apoyo, sino con mensajes de defensa interna del libertarismo, que intentan despegar al presidente Milei del escándalo.
Santilli: continuidad del ruido
El 88% de negatividad en Santilli evidencia que el reemplazo no calmó el clima.
Su nombre aparece en publicaciones que replican el caso Espert y lo presentan como “candidato reciclado”.
La conversación digital muestra que el electorado no distingue claramente entre Espert y Santilli, interpretando el cambio como una maniobra de encubrimiento político más que como un reemplazo legítimo.
Reichardt: el “efecto arrastre” más severo
El 94% de sentimiento negativo muestra que Karen Reichardt heredó por completo el clima de descrédito sobre los libertarios.
En su caso, las menciones negativas combinan burlas sobre su perfil mediático con críticas a la falta de transparencia del espacio.
El hecho de que obtenga apenas 6% de menciones positivas confirma que su aparición pública no genera expectativa ni renovación, sino saturación narrativa: el público percibe que es “más de lo mismo”.

El impacto en Milei y en la Casa Rosada
La evolución del sentimiento sobre Javier Milei, su gobierno y La Libertad Avanza muestra una caída convergente en la primera semana de octubre como consecuencia del escándalo protagonizado por José Luis Espert.
La Libertad Avanza es quien paga el costo más alto, con valores promedio de -85 puntos en sentimiento NSR (sentimiento neto), impulsados por menciones que vinculan la falta de reacción ante Espert con “encubrimiento” y “falta de ética”.
Javier Milei mantiene un piso de apoyo digital que evita el colapso de su imagen, pero pierde autoridad moral, con un sentimiento promedio de -60 puntos.
El gobierno, con -70 puntos, se convierte en una marca política asociada a la hipocresía política y la incoherencia discursiva.

Clima digital: del descreimiento al cinismo
La sucesión de escándalos que vienen sacudiendo al oficialismo libertario derivó en un corrimiento de eje: la conversación digital ya no se organiza en torno a la gestión o la economía, sino a la crisis ética del oficialismo.
El léxico dominante (“corrupción”, “narco”, “casta”, “vendido”) funciona como espejo invertido del relato libertario y amplifica el clima de cinismo generalizado en las redes.
En ese ámbito, el tono mayoritario es de desprecio y sarcasmo contra los libertarios, con escasa presencia de defensores activos del espacio.
El caso Espert dejó de ser un hecho aislado y se consolidó como un evento de contaminación reputacional.
Ante este escenario, el oficialismo enfrenta mucho más que un escándalo puntual.
Los libertarios atraviesan una crisis de credibilidad que golpea la narrativa fundacional de su identidad.